Esta bella doncella había dejado en su tierra a su amado y pronto su belleza, llama a la atención a numerosos caballeros abulenses, especialmente a Nalvillos Blázquez, que luchará por conquistar su amor e incluso intentará casarse con ella, pero este noble caballero ya tenía concertado matrimonio con una hija de la nobleza abulense Arias Galindo y por su parte a su amada Aja, le habían concertado un matrimonio con un jefe árabe, Jezmín Yahia del cual estaba enamorada, por lo que el noble abulense a pesar de que la situación estaba en su contra logra casarse con Aja, una vez convertida al cristianismo. Esta situación provoco el odio de Jezmín y de Arias hacia Nalvillos Blázquez, donde finalmente Arias se casaría con el hermano de Nalvillos, Blasco.
En un viaje a Talavera, Nalvillos conoce y se hace amigo de Jezmín, ignorando ambos de quienes se trataban. La buena amistad hacen que Nalvillos invite a Jezmín a la boda de su hermano y es cuando Jezmín descubre que el caballero abulense se encontraba casado con Aja, su amada y que todavía el sentimiento era común.
Aixa, con el deseo de querer estar con Jezmín, se acaba fugando con este a Talavera y una vez que se entera Nalvillos, junto con sus leales caballeros, se dirige a Talavera acampando en las inmediaciones de la ciudad y logra entrar disfrazado de árabe, llegando hasta el jardín de la residencia de Jezmín, donde se encuentra sola a Aja, a la quien embelesa con frases de amor, y una vez que Aja se siente atraído por el desconocido, el noble abulense se descubre, reaccionando Aja llamando a la guardia, los cuales apresan a Nalvillos.
Jezmín ante lo ocurrido, decide ejecutar a Nalvillos quemándole en una pira, donde el caballero como último deseo pide hacer sonar una trompa de guerra. Accediendo a ello el ejecutor, la hace sonar y este sonido significaba la señal para que los caballeros leales de Nalvillos que se encontraban en las afueras de la ciudad atacasen, donde una vez que entraron en la ciudad realizaron una matanza y Nalvillos se vengó quemando a los amantes en el lugar que era destinado para su muerte.
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